dijous, 17 de febrer del 2011

ametllers florits


El Almendro, el árbol que está en vela

Israel sabía que su vida estaba fundamentada en la capacidad de escuchar. Recordemos su gran precepto: “Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es el único. Ama al Señor con todo el corazón. Guarda en tu corazón las palabras de los mandamientos”.

Israel había perdido la capacidad de escuchar, el sentimiento de amar y la aptitud para guardar en el corazón las palabras de la vida.

Israel había perdido la capacidad de escuchar y vivía el frío de un largo invierno de su historia. En este momento Israel levantó los ojos y contempló Palestina. Era invierno, los árboles no tenían flores y como Israel parecía que también habían perdido el deseo de vivir.

Pero he aquí que contemplando, detalle a detalle, su alrededor, Israel descubrió un árbol que dentro del frío del invierno era capaz de hacer germinar una flor blanca.

Un árbol que, rodeado de falta de vida era capaz de hacer nacer una flor. Con esta flor abierta pregonaba que la primavera estaba a punto de llegar, hacía patente que, en definitiva, la vida triunfa siempre.

Israel en el frío de su vida, quedó impresionado de aquél árbol que velaba a los otros árboles y les sabía escuchar. Y puso un nombre a aquél árbol, le llamó “Almendro”, que en lengua hebrea significa “el árbol que vela”, “el árbol que sabe escuchar”.

Con el almendro Israel descubrió que “escuchar a los cercanos” requiere silencio y paciencia, pero sobre todo, requiere amar apasionadamente los corazones de los demás, y creer profundamente que los otros también serán capaces de hacer nacer sus flores en primavera y dar fruto.

Francesc Ramis Darder


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